domingo, 8 de noviembre de 2015

Cómo el Calvo de Brazzers salvó el anime.

En un mundo gobernado por animes ecchi y series clónicas de temática escolar, surgirá un hombre para rescatar la poca dignidad que le quedaba al anime.

Querido lector, voy a pedirte un pequeño favor. Un pequeño ejercicio mental. Recuerda. Viaja conmigo a través de los años a una época más sencilla, como suele decirse. Un tiempo en el que aún no existían twitter, facebook, smartphones, o pornhub. Cuando tenías que llamar al telefonillo de una casa para que un colega tuyo se bajara a la calle. Cuando Letizia Savater aún conservaba su cordura.
Viaja conmigo a los 90.

Más allá de las series "de dibujitos" que se convirtieron en los grandes iconos de nuestra infancia (si eres de mi generación), para muchos esa década fue la era dorada del anime. Y no es para menos: Desert Punk, Cowboy Bebop, Evangelion, Basilisk, Dragon Ball Z, Sailor Moon, La Visión de Escaflowne, Rantaro, Pokemon, Digimon, Gasaraki, Excel Saga, Oliver y Benji, Chicho Terremoto, Ranma, Caballeros del Zodiaco, Slayers (Rena y Gaudi, para los nostálgicos), Kenshin el guerrero samurái, Lupin III...En fin, era la puta navidad.


El anime acabaría por darnos en los años venideros muchas más series, cada una de ellas mejor que la anterior. Unas partían de un concepto ex novo, como Tengen Toppa Gurren Lagann, mientras que otras serían adaptaciones de sus respectivos mangas, como Death Note, o Monster entre muchos otros.

Pero entonces ocurrió algo. Las escenas de desnudos, las niñitas de falda corta tipo "kawaii-desune", lo picantorro, y en resumen, el SEXO, comenzaron a volverse tendencia en la mayoría de animes, lo cual acabó por cansarme a sobremanera. Sentía que estaban intentando ganar audiencia atrayendo a un público más morboso, y... ¡Joder para ver anime en porno ya está el hentai! ¿no?
No me malinterpretéis, me encanta el humor picante, Golden Boy perfectamente pudo haber sido una de las series con las que más me he reído en mi vida, hasta el punto de que amigos míos a los que el anime ni les iba, ni les venía, les encantó. 
No, no es esto de lo que me estoy quejando. De lo que me quejo es del abuso indiscriminado de un recurso tan insulso como es sexualizar hasta lo ridículo a un personaje.

Me explico. Los que ya seáis como yo, que lleváis un tiempo viendo anime, os sonará de mucho esta escena: Comienza la serie, y tenemos al típico chico de instituto corriendo por las calles de Tokyo con una tostada en la boca (lo de la tostada es importante para dar a entender lo que está ocurriendo. Como si gritar por todo el barrio "¡Que llego tarde el primer día de preparatoria!" no dejase ya suficientemente claro que llega tarde, pero bueno... el caso es que a ti te quede claro que no le ha dado tiempo de desayunar), entonces de sopetón, y al doblar una esquina, el chico acaba chocándose con, a la que llamaremos a partir de ahora, "Chica Random nº1" (o la del pelo azul). Obviamente ambos caen al suelo después del impacto. Pues bien, antes de que siquiera la chavala pueda articular palabra, la cámara ya ha tomado un primer plano de sus bragas...ofreciéndonos un primer matiz de la "profundidad sicológica" de la que hará gala "Chica Random nº1".



Ah, por cierto pretendía ser sarcástico.

En fin, a todo esto que el protagonista se encontrará a lo largo de sus aventuras con la "Chica Random nº2", la "Chica Random nº3 que a nadie le importa porque es la que no tiene nada de tetas", la "Chica Random nº4", y la "Chica Random nº5", ésta última caracterizada como una chica rubia, con coletas, rica, soberbia, repelente, que se tira el día diciéndole al protagonista "baka" (que algo significará), que tiene un padre empresario/corporativo de una gran compañía, y que viene al instituto en limusina. (¡Ole tu coño!)
Sobra decir que esta será la premisa de una historia sumamente compleja...


 ...llena de momentos memorables...


...y plagada de situaciones que nos harán reflexionar sobre el sentido de la vida.


No, en serio, ahora fuera coñas. ESTO HA SIDO LA MAYORÍA DEL ANIME DESDE 2008. (Y no, no he cogido estos gifs de series hentais.)

¿Qué provocó esto? Pues muy simple chaval, el sexo vende. Los grandes estudios de animación se dieron cuenta de que era mucho más rentable mostrar contenido sugerente a producir pornografía animada, pues el anime en sí llegaba a todos, mientras que el porno sólo puede alcanzar a un público clasificado. Las mismas jugadas realizan muchas discográficas haciendo que sus artistas salgan en sus videoclips semidesnudos. Y es por lo mismo de siempre querido lector: EL SEXO VENDE.

Y es que es agotador ponerme a buscar una serie de anime que me atraiga como lo hizo en su día Tengen Toppa o Death Note cuando la gran mayoría son series idénditas cuyas historias son sólo una excusa para ponerte tetas en la cara. De hecho recuerdo cuando One Piece era la inocente historia de un niño que quería ser el rey de los piratas y no las tetas de Nami cubriendo las 32 pulgadas de mi pantalla.

Hace un tiempo me recomendaron Kill La Kill, Cuando la terminé sólo pude pensar esto: "¿En serio esto es lo que consideran hoy un buen anime?" A ver sí, la animación es sublime, pero tanto la historia como su desarrollo es sumamente ridículo. Aunque lo que más me molestó fue la sexualización de sus protagonistas . Me explico. El fanservice es bueno, no tengo nada en contra de él, pero como ocurre con todo condimento, si te pasas con la especia, la comida te sabrá mal. Y es que no puedo tomarme en serio a un personaje que me pone el chocho en la cara cada segundo que pasa.




Y en realidad Ryuko (la protagonista de Kill La Kill) es un buen personaje, pero los planos, las situaciones, las peleas... todo obedecía a lo mismo: Mostrar carne.
Reconozco que la serie es buena, pero a mí en lo personal, no me gustó.

Así que con este panorama decidí abandonar un poco el anime, y limitarme a Gintama y poco más.

Y entonces llegó este tío:


Con "One Punch Man" recuperé un poco el interés en el anime. La serie actualmente sólo cuenta con 5 capítulos. Entonces, ¿por qué es tan buena? Simple: Por su sencillez y porque no es pretenciosa.


One Punch Man es una serie de acción cómica (acción antes que comedia), que cuenta con una calidad de animación muy por encima de la media, con una premisa sencilla pero efectiva, y un protagonista tan inexpresivo como alucinante.

El personaje principal es Saitama, un hombre que ejerce como superhéroe por afición, y que estuvo entrenando cada (puto) año, para alcanzar una condición física a la altura de las amenazas a las que se enfrentaría. La principal tesitura a la que se enfrenta el bueno de Saitama es que entrenó tanto, alcanzó tales cotas de poder, que sus enemigos sólo le duran un puñetazo. Ello deriva en una vida aburrida, carente de emoción para el pobre del calvorotas, que busca desesperadamente un rival más fuerte que él, pero no para mejorar como suele ser tradición en este tipo de series, sino para poder experimentar la euforia y el éxtasis de sentirse un héroe, de defender a los demás y que estos le agradezcan sus esfuerzos. En resumen, Saitama busca tanto la gloria como el reconocimiento personal de su condición de héroe. De hecho él no lucha por la justicia o defender a los inocentes, sino por renombre. 


Con esta premisa me pregunté qué podía ofrecer una serie en la que los malos le duraban al protagonista un puñetazo. Estaba escéptico sobre su porvenir, y ahora os puedo asegurar que le veo un futuro brillante a esta serie si el autor del manga (del que deriva el anime) juega bien sus cartas.
Resulta además curioso las semejanzas que presenta Saitama con los jóvenes  post-universitarios. Él al igual que los anteriores busca ver reconocido sus esfuerzos, ambos buscan que se les permita avanzar, que se les permita destacar profesionalmente por el potencial del que disponen y para desempeñar el papel para el que se han estado preparando tantos años. Aunque esto más bien es un apunte personal de mi cosecha.

En cualquier caso, One Punch Man, está siendo (de momento) una de las grandes series de esta temporada, y como su protagonista, es desenfadada, agradable, impresionante y oportuna. Sobretodo oportuna porque no pudo llegar en mejor momento (Bueno vale, junto con Prison School y Gansta).


Así que si buscáis algo distinto. Algo nuevo y sublime. Que os haga sentir lo mismo que os hizo sentir series como Death Note o Cowboy Bebop cuando visteis su primer episodio, One Punch Man es vuestra serie. Una pasada estruendosa que no os dejará indiferentes y que sólo os hará querer más. La recomiendo al cien por cien.

Así que, ¿deberías ver One Punch Man? Pues...






...ssseeeehhh.




Y os dejo la intro para meteros ganas: